miércoles, 11 de mayo de 2016

La magia del baile

Me encanta bailar.

Aunque soy de madera.


Empecé a moverme con el para para, después de ir a mi primer salón en 2011. Empecé a ver vídeos en Youtube y me puse a practicar. Me gustaba pero a la vez me daba muchísima pereza porque me cuesta horrores aprender las coreografías.

Al poco tiempo descubrí el Odottemita. Literalmente significa "intenté bailar". Son muchos y cada vez más los jóvenes japoneses que suben vídeos intentando bailar sus canciones favoritas, ya sea pop japonés, de idols o incluso Vocaloid (del que hablaré otro día, espero). Y ahí que me metí yo, a intentar bailar.

Pero no es de eso de que lo quería hablar hoy.

Hace unos años estaba deprimida. Había pasado por el final de una relación bastante tóxica, y me estaba costando volver a la normalidad. Estaba apuntada en un gimnasio pero estaba tan decaída que no iba nunca. Hasta que mi madre me dijo:

Oye, ven a zumba conmigo

Puede parecer una tontería, pero os aseguro completamente que te cambia la vida. Fui a una clase para seguirle la corriente, dispuesta a no volver por una segunda. Pero no fui capaz. Era tan alegre, tan espontáneo, tan vivificante, tan positivo, tan adictivo, que no pude dejarlo. Esto fue a finales de 2014. Y a día de hoy es una de las actividades con la que más disfruto.

También influye mucho el ambiente y el positivismo que desprende mi profesora Nelly. Con su sonrisa capaz de animarte el más amargo de los días, con su naturalidad y su capacidad de ver el lado bueno en todo, por malo que sea, tiene una actitud que te contagia a ver el mundo de su misma forma.

He cambiado mucho en estos casi dos años ya. Antes no sonreía. Era apática, estaba triste, desanimada, no sabía qué hacer con mi vida. Pero hay que ver cómo un solo paso por intentar cambiar puede ser tu salvavidas. Porque puede parecer una tontería, sigo diciéndolo, pero me sirvió para ver mi vida de otra forma.

Sufrí un cambio a mejor a partir de entonces. Salía de casa con ganas, tenía iniciativa por hacer cosas,  mi autoestima iba en crescendo, empecé a sonreír otra vez. Y todo por no solo el zumba, si no por Nelly. Es una persona, como ya he dicho, tan alegre y feliz, que te contagia. Y eres incapaz de tener un mal día a su lado. No sé si es consciente de ello, pero con su forma de ser cambia a las personas. Dan ganas a uno de empezar a vivir cuando has tirado la toalla. Fue lo que me pasó y estoy segura de que no he sido la única.

A día de hoy doy gracias a mi madre por obligarme a ir a esa clase, y doy gracias a Nelly por ayudarme a cerrar la etapa más oscura de mi vida para mirar a la luz del futuro. Incluso sin saberlo.

Va por ti, chica caramelo.

Gracias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario